Wednesday, March 5, 2025

Ash Wednesday 2025

 [Version 03 Ash Wednesday Homily: Entering God’s Reward, English]

Do you belong to any rewards programs? Whether it’s a store like Staples or an airline like United, many of us are familiar with how these programs work. We sign up, make purchases, accumulate points, and eventually redeem them.

Recently, I went to Staples, the office supply store, knowing I had a Staples reward card. I made a purchase, and they told me I had $10 in rewards. Then I realized I hadn’t bought everything I needed, so I picked up another item for $17 and asked, “Can I use my reward points now?” The representative said, “Sorry, no, you have to wait until it processes in the system.”

Sometimes, you do not get your rewards right away. Our faith journey is similar. God’s rewards do not come instantly; they require patience, trust.

It is tempting to view Lent as a transaction: we give up something—chocolate, social media, or meat on Fridays—and in return, we celebrate with Easter feasts. But Jesus is not asking, “What’s in your wallet?” like a credit card company. He is asking, “What’s in your heart?”

One of the “rewards” of fasting, sacrifice, and prayer during Lent is discovering our true priorities. In moments of crisis, we can ask God: “Lord, show me what is most important.”

Worldly Rewards vs. God’s Rewards

This time of year is also “award season” in Hollywood—the Oscars, the Grammys, the Emmys. Many of us enjoy watching these ceremonies, not just for the glamour, but for the acceptance speeches. The best speeches are filled with humility and gratitude.

True love and faith are not transactional; they are transformative. Jesus tells us, “Love your enemies. Pray for those who persecute you.”

Structure of God’s Rewards Program: Declaration, Denial, Delight

Declaration   To join a rewards program, you must sign up. Similarly, we declare our faith publicly. Receiving ashes today is one way of saying, “I belong to God.”

Denial   Any rewards program involves sacrifice. If you want airline miles, you need to take multiple flights. Likewise, Lent calls us to deny ourselves. Jesus says, “If anyone wants to follow me, let him deny himself, take up his cross, and follow me.”

Delight   The true delight is not an earthly prize—it is aligning our hearts with God’s love. God loves the poor, the outcast, the broken. Do we love what He loves?

Unlike a retail store or airline rewards program, God’s program does not have a database where we can check our points. The true reward is a transformed heart and eternal life with Him.

The ashes we receive today remind us that earthly things pass away, but our souls are made for something greater.

So as we begin this Lenten season, let us embrace God’s invitation. Let us declare our faith, deny ourselves for the sake of the Gospel, and delight in what God delights in. The journey may require patience, but the ultimate reward is beyond anything we can imagine.


 


[Ver. 03 Ash Wednesday Homily: Entering God’s Reward, Spanish]

¿Pertenece a algún programa de recompensas? Ya sea en una tienda como Staples o en una aerolínea como United, muchos estamos familiarizados con cómo funcionan estos programas. Nos inscribimos, realizamos compras, acumulamos puntos y, eventualmente, los canjeamos por descuentos o beneficios.

Recientemente, fui a Staples con mi tarjeta de recompensas. Compré algo y me informaron que tenía $10 acumulados. Luego, me di cuenta de que me faltaba algo y compré otro artículo por $17. Pregunté si podía usar mis puntos, y el empleado respondió: “Lo siento, debe esperar hasta que el sistema lo procese.”

A veces, las recompensas no llegan de inmediato. Hay que esperar. De alguna manera, nuestra vida de fe es similar. Las recompensas de Dios no son automáticas; requieren fe, paciencia y confianza.

Es tentador ver la Cuaresma como una transacción: dejamos el chocolate, reducimos el uso de redes sociales o evitamos la carne los viernes, y a cambio celebramos en Pascua. Pero Jesús no nos pregunta: “¿Qué hay en tu billetera?” Nos pregunta: “¿Qué hay en tu corazón?”

Una de las “recompensas” del ayuno, el sacrificio y la oración en Cuaresma es descubrir nuestras verdaderas prioridades. En los momentos de crisis, podemos pedir a Dios: “Señor, muéstrame qué es lo más importante.”

En esta época también es la "temporada de premios" en Hollywood—los Oscar, los Grammy, los Emmy. A muchos nos gusta ver estas ceremonias, no solo por el glamour, sino también por los discursos. Los mejores están llenos de humildad y gratitud.

El verdadero amor y la verdadera fe no son transacciones; son transformaciones. Jesús nos dice: “Amen a sus enemigos. Oren por quienes los persiguen.”

La estructura del programa de recompensas de Dios: Declaración, negación y deleite

Declaración.  Para unirse a un programa de recompensas, hay que registrarse. De manera similar, declaramos nuestra fe públicamente. Recibir la ceniza hoy es una forma de decir: “Yo pertenezco a Dios.”

Negación Todo programa de recompensas requiere sacrificio. Para acumular millas, hay que viajar varias veces. De manera similar, la Cuaresma nos llama a negarnos a nosotros mismos. Jesús dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.”

Deleite  El verdadero gozo no es un premio terrenal—es alinear nuestro corazón con el amor de Dios. Dios ama a los pobres, a los marginados, a los quebrantados. ¿Amamos nosotros lo que Él ama?

A diferencia de los programas de recompensas comerciales, el programa de Dios no tiene una base de datos para consultar nuestros puntos. La verdadera recompensa es un corazón transformado y la vida eterna con Él.

Las cenizas que recibimos hoy nos recuerdan que lo terrenal es pasajero, pero nuestra alma está hecha para algo mayor.

Al comenzar esta Cuaresma, aceptemos la invitación de Dios. Declarémonos como sus hijos, neguémonos por el Evangelio y encontremos gozo en lo que Dios ama. La recompensa final es inimaginable. Amén.


No comments:

Post a Comment